Harenohi: el fraude de los kimono
El más reciente día de las ceremonias de mayoría de edad en las que las japonesas lucen espectaculares kimonos en eventos organizados por las prefecturas ha traído consigo una noticia que provoca sentimientos encontrados: más de 700 jóvenes han sido víctimas de Harenohi, una empresa de renta de kimonos que se ha declarado en banca rota y ha fallado en la entrega de los kimonos, sin aviso alguno. Es decir, más de 700 japonesas se quedaron sin kimono para el día que esperaron por mucho tiempo.
Según las primeras investigaciones, Harenohi llevaba ya varios meses en incumplimiento de pagos a sus proveedores y al parecer esperó hasta el último momento para declarar su incompetencia. Se habla de malicia, y éste es el punto triste de la noticia: poco a poco las cosas de este tipo han empezado a surgir, aunque a cuenta gotas, en Japón, un país en el que la confianza y la palabra tienen la misma importancia que el honor.
¿Qué hizo la sociedad ante esto? Individuos y empresas se lanzaron rápidamente en auxilio de las jóvenes defraudadas: compañías de renta de kimonos (la mayoría establecidas en Kioto) han anunciado que rentarán gratis kimono, peinado y servicio de asistencia para vestir a todas las afectadas que lo soliciten. Incluso un comediante famoso ha tomado la iniciativa de usar fondos para rentar un crucero que sirva de aforo para la ceremonia de aquellas que no pudieron vestir sus kimono el día en el que festejaban la entrada a la mayoría de edad (20 años). Éste es el punto feliz de la noticia.
Es muy raro que algo así pase en Japón, por lo que los japoneses han quedado sorprendidos por la aparición de un evento que parece fraude con dolo y se han puesto en los zapatos de las afectadas de tal manera que pronto han acudido al rescate. Una prueba más de la armonía que siempre se busca en este archipiélago.
Las empresas de renta de kimono envían publicidad a las jóvenes con dos años de anticipación, y muchas japonesas contratan y apartan su kimono dos años antes del día que lo usarán. Es decir, Harenohi tuvo tiempo de anunciar que no cumpliría sus acuerdos, y no lo hizo. Huele a fraude premeditado, aunque cabe aún la posibilidad de que la malicia no haya sido la causa de este evento. Ya veremos.
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